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Disciplina en AK

​​​Disciplina en AK

Toda actividad requiere disciplina y orden, pero esto no significa silencio o quietud en todo momento; los niños son parte activa en la clase; para que la enseñanza quede en sus corazones, necesitan interactuar con los contenidos o temas, con las actividades, con los materiales, con los voluntarios.  Además, los niños requieren movimiento físico, retos a su imaginación, y nos toca a nosotros cubrir estas necesidades; sin embargo, no se trata de darles completa libertad, sino de dirigirlos.
Esta dirección se presenta en dos sentidos: se dirige a los niños en las actividades, y también a los voluntarios. Una buena dirección en las actividades es indispensable para lograr los objetivos de cada reunión. Por ejemplo, el orden de las actividades que todos los voluntarios conocen y respetan permite la fluidez en las clases, una de nuestras principales características; y para dar una enseñanza, un buen director atrae a los niños al tema con actividades creativas y dinámicas, mide el nivel de expectación, de interés y de respuesta, y aún improvisa si el siguiente participante no está listo para entrar en escena. Los tiempos muertos, junto con actividades poco atractivas son los peores enemigos de la disciplina y el orden.
También el desempeño de los niños requiere disciplina, y son necesarias reglas que dirijan las relaciones entre voluntarios y niños, entre niños y niños, y en el desarrollo de toda la reunión; para ello, es necesario que todos conozcan las reglas básicas, y se comprometan con ellas; para estar en la reunión y participar, deben cumplir las reglas.
En todos los momentos de la clase (especialmente cuando necesitamos momentos quietos, como para orar) tenemos cinco reglas:
   1.No dulces
   2.Bien sentados (pompis hasta atrás)
   3.Silencio es silencio
   4.Atención a quien tiene el micrófono (o la palabra)
   5.¡Debes divertirte!
Estas reglas las repetimos cada semana, y las nombramos cuando las necesitamos, por ejemplo: ¡regla 3: silencio es….!, ponemos la mano sobre los labios y guardamos silencio. Podemos ejercitarlas: animamos a hacer ruido, y luego la nombramos, hasta que todo el grupo puede responder a la necesidad de hacer silencio. En eventos utilizamos además un silbato, y la regla dice: ¡el silbato significa silencio!

De manera frecuente, cambiamos el ambiente físico del área (detalles de decorado, ubicación de las sillas). Usamos los espacios disponibles (alguna vez podemos ir a un patio para dramatizar el sketch). La regla 5 dicta que nuestros niños deben divertirse, y no se trata de que se diviertan molestando al compañero, sino que los mantenemos en la orilla de la silla expectantes y participando en la clase. Además, hacemos que se muevan físicamente, que cambien de lugar para mantenerlos activos y partícipes de la enseñanza.
Lo que no hacemos es tratar de mantener a los niños sólo sentados ni les exigimos que guarden silencio y quietud en toda la jornada (¡sería imposible!); el silencio y quietud, o participación alegre en su caso, es resultado de su interés por lo que nosotros ofrecemos. Si observamos inquietud en el grupo, significa que nuestra actividad no es lo suficientemente atractiva para ellos, y debemos realizar cambios de inmediato; por ello, es importante que los dirigentes de las actividades tengan herramientas para utilizar en estos casos, como cantos, juegos o materiales especiales.
Para promover la participación, por ejemplo, al seleccionar al niño que pasará a jugar, hacemos preguntas de la clase, así aprenden rápido que es mejor poner atención, para tener acceso a los mejores espacios de juego.
Quien está dirigiendo la actividad, no habla demasiado tiempo sin accionar o poner en movimiento al grupo; se sabe que un niño sólo pone atención el número de minutos igual a sus años de vida (4 años = 4 minutos de atención continua), antes de aburrirse y desviar su atención. Nuestro reto es mantener su atención las dos horas que dura el servicio. Los animadores y maestros que se encuentran con los niños se ubican estratégicamente para abarcar toda el área, y de frente a los niños, atentos a las necesidades que pudieran presentarse, y al mismo tiempo, evaluar el nivel de involucramiento de los niños en la actividad, que puede ser muy útil a la hora de planear la siguiente clase o evento. Es muy frecuente ver a maestros y animadores “metidos” en lo que pasa al frente, y no se dan cuenta de niños que se asustan, molestan al de enseguida, o están tan conmovidos que requieren oración.


En AK NO castigamos

Cuando un niño o niña tiene un comportamiento inadecuado, no se castiga, pues estamos de  acuerdo con los teóricos del desarrollo moral, en que el castigo provoca sentimientos de vergüenza y culpa y sólo produce, en el mejor de los casos, un comportamiento aceptable por temor al castigo y sólo mientras es vigilado; en cambio, lo que procuramos es que el niño o niña considere los puntos de vista de las otras personas (ponerse en el lugar del otro), ayudándole a reflexionar sobre lo sucedido y  llegar al arrepentimiento, como una acción interna que pueda ayudarle a regular su conducta, sin necesidad de usar castigos simples como quitarle la silla o dejarlo sin refrigerio.
Cuando el niño tiene una crisis, y no responde cuando nosotros nos acercamos, entonces puede ser necesario separarlo del grupo, ayudarlo a calmarse de ser necesario, platicar sobre el asunto, permitir que se exprese, y luego cuestionarlo para hacerle ver aquello que no consideró, por ejemplo, cómo se sintió el niño al que aventó porque no se apuraba en la fila, y qué fue lo que provocó su comportamiento en otros.
Pero lo mejor es cuando logramos que el niño o niña considere su propio comportamiento y lo valore a la luz de la Palabra, como la enseñanza acerca de perdonar, de tratar a los demás como mejores que uno mismo, entre otras muchas, creyendo que la Palabra de Dios no vuelve vacía. Ayudamos al menor a orar para pedir perdón y ayuda para ser mejor, y finalmente lo acercamos a las personas involucradas para que se pidan perdón y se perdonen. Si el conflicto es entre dos o más niños, seguimos este proceso en grupo.

Sanciones, no castigos

Cuando hablamos con un niño para disciplinarlo, debemos dejar claro nuestro amor por él, hablándole con respeto, suave pero firmemente; nos posicionamos para quedar a la altura de sus ojos, hacemos contacto físico (tocamos su hombro, sus manos, su cabeza) y le hablamos acerca de lo que Dios dice que él es.
Cuando el caso lo amerita, el niño o niña debe saber que su comportamiento tiene consecuencias, y aplicar las llamadas sanciones por reciprocidad, de acuerdo con su edad: sanciones que tienen relación lógica con la falta. Por ejemplo, si maltrata una silla rayándola con un marcador, al final de la clase se queda para limpiarla.
Otro ejemplo puede ser aplicar el “tiempo fuera”, cuando un niño o niña no respeta los turnos en un juego, sabiendo las reglas, se le separa y no se le permite participar, hasta que se comprometa a cumplir las reglas.
Si se trata de niños preescolares, la presión del grupo puede ser de gran ayuda; por ejemplo, si tenemos un pequeño que no logra dejar de mover la silla del que está enfrente, podemos pedir ayuda a todo el grupo, para que le pida a este niño, por su nombre y amablemente, que se esté quieto, por ejemplo: “José, deja de mover la silla”
En los casos de comportamientos graves, el líder del grupo, o el director del ministerio, deben comunicar a los padres acerca del caso, y cómo se procedió durante el servicio, recomendando que se atienda en casa, pues son los padres los responsables directos de la educación de sus hijos. Sólo en casos extremos, llamamos a los padres para que recojan a su hijo o hija durante el servicio.

Recompensas

El uso de recompensas es una excelente herramienta, siempre y cuando no se utilicen para comprar un buen comportamiento, porque luego exigirán un pago por hacer algo bien. La manera adecuada es recompensar aquello que ya interiorizaron, y que hacen con agrado.
Los "ancianos de AK" (los que se saben las historias, los que tienen muchos años con nosotros, los que están en el último semestre antes de pasar al siguiente grupo, es decir, los que ya se saben la rutina, o los que vemos que ya necesitan algo más por su perfil de liderazgo) los promovemos como voluntarios durante la clase. Estos niños y niñas pueden ayudar a:
-Repartir material o refrigerio, recoger ofrenda
-Seleccionar al niño que pasará al frente a....., por ejemplo: en este tiempo, vas a estar parado en este pasillo y vas a seleccionar al niño que esté más atento, o al que toma nota, etc. (que no siempre sea lo mismo).
-Actuar en el sketch en la historia bíblica; el maestro responsable los selecciona, provee vestuarios, ensaya con ellos 15 minutos antes de iniciar la reunión, para seguir la narración del maestro. Otra opción es que, en una clase anterior, el maestro entrega el número de boletos que requerirá para participar como actores de AK (que se lo ganaron con atención y participación); y al mismo tiempo, también promovemos servicio a Dios desde la niñez.
-Ser parte de equipo de Hospitalidad AK, niños con un gafete especial y letreros que dan la bienvenida a los niños cuando llegan al servicio, y que acompañan a los nuevos durante el servicio, asegurando que se sientan bienvenidos y hagan amigos desde su primera visita.
Un niño al que le cuesta estar sentado, y tiene conocimiento, puede ser de gran ayuda; hablamos con él, porque primero tiene que ganarse el lugar; y también tenemos que considerar que ese tipo de niños muy frecuentemente quiere participar siempre, pero debemos ayudarlo a comprender que no puede ser él en todas las clases, porque hay otros niños, (promovemos en él el autocontrol); cuando no le toque, tiene que ser participativo para que se gane el boleto de voluntario o actor. A estos niños se les prestan chalecos y un gafete que dice “voluntario”; eso los hace sentir muy especiales.

 En AK, utilizamos además como recompensas tarjetas de “Bien hecho” que le entregamos a la salida a niños especiales y describe el avance que observamos en su comportamiento (ver anexo); premios especiales (objetos de la Tienda Celestial) y los puntos del Banco Celestial. 
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