Hoy estoy reflexionando en la manera de discipular a quienes Dios ha puesto bajo nuestro liderazgo.
Ya hemos platicado acerca de nuestra responsabilidad de discipular, y además reproducirnos en personas específicas, que es una dirección que Dios le ha dado al ministerio de Amistad Kidz. Y al igual que en nuestras clases, donde seguimos lo que llamamos “el modelo judío de aprendizaje”1, al discipular debemos seguir el modelo dado por Dios; en este caso, siguiendo a nuestro Maestro, Jesucristo.
Jesús pasaba tiempo con sus discípulos; constantemente y por tres años recibieron su enseñanza, le vieron hacer milagros, hablar con la sabiduría de Dios, y dar ejemplo de un comportamiento santo que incluía la obediencia a la autoridad (cuando mandó a Pedro a pescar para pagar los tributos que leemos en Mt. 17: 24-27); convivían no sólo mientras Jesús ministraba, sino compartían tiempos de la vida diaria. En muchas ocasiones, tenían luego una “sesión privada” para explicarles a mayor detalle; un ejemplo está en la parábola del trigo y la cizaña (Mateo 13:24-43): los discípulos muestran dudas pero también la confianza para que, ya separados de la multitud, pudieran preguntarle al Maestro, que continuaba con ellos para enseñarlos, y asegurarse de que lo habían comprendido: “¿Habéis entendido todas estas cosas?” (Mt. 13:51ª). Después de un tiempo, cuando supo que estaban listos, los envió “de dos en dos” (Lucas 10).
Así es que podemos aprender del Maestro a ser buenos discipuladores: volver intencional lo que hacemos día a día en el ministerio, y mostrar la disposición de permanecer cerca para apoyar en lo necesario:
En el mundo de la educación actual, hoy se habla acerca esto, y de la forma de abordar los llamados aprendizajes procedimentales; podemos citar como una de las bases teóricas posibles la “práctica especializada”2
Según este modelo, los autores (Flechsig, K. y Schiefelbein, E., 2003) describen una práctica supervisada, con un aprendizaje que parte de la presentación de un modelo; un ejemplo realizado por un experto. El discípulo tiene diferentes tareas a lo largo del proceso de aprendizaje: en un primer momento como observador, luego funciona como asistente y más tarde él mismo como experto; estas tareas las realiza bajo la supervisión del experto, proceso en el que se presenta un intercambio de roles. Primero quien aprende lo intenta con el apoyo del experto, quien progresivamente va retirando este apoyo conforme el alumno o discípulo va siendo más competente, hasta que el experto observa cómo realiza la actividad el que aprende. Es el mismo tipo de práctica que hace siglos demostró Jesús.
Siguiendo estas mismas reflexiones, y a propósito de buenas prácticas de buenas madres, quiero comparar el discipulado con el caso de una mujer que enseñó a sus hijas a “llevar una casa”; ella era en ese tiempo la Primera Dama de un municipio; las jóvenes no tenían necesidad de realizar las labores del hogar por ellas mismas, pues sus padres tenían las posibilidades económicas para tener más de una persona contratada para ayudar en la casa; sin embargo, cada semana las jóvenes tenían tareas asignadas para aprender a hacerlas bien; así una semana aprendían todo sobre la higiene y mantenimiento de un baño, luego de la alacena y las compras, la cocina, el jardín, etc. (Si no lo has notado, estoy tratando de utilizar parábolas, como el Maestro).
Nosotros pudiéramos también hacer lo mismo, de manera intencional, planeada; a los nuevos reclutas del ministerio, podemos enseñarles cada semana, acerca de una tarea específica de las muchas que realizamos cada domingo (desde la preparación física del área hasta la limpieza y guardado final de materiales), dándoles toda la información que necesitan, acompañándolos y apoyándolos en tanto puedan hacerlo de manera independiente. Al cabo de un tiempo, tendrían las bases de por qué hacemos cada cosa, para quién lo hacemos, y sabrían hacerlo bien.
“Reproducirnos”, como nos ha pedido Dios, es dar a luz hijos espirituales, buenos siervos, capacitados, sabedores que la gloria es de Dios, y que nuestra competencia proviene de Él; pero no tienen que ser nuestros clones, sino que nuestra tarea es preparar una plataforma para que a partir de ella nos superen, lo hagan mejor, vayan más lejos y más alto, según los planes de Dios para sus vidas.
Elvira Díaz
Directora de Amistad Kidz
1 El modelo judío. Cómo enseñarles a nuestros hijos acerca de Dios. En www.amistadkidz.org sección de artículos para padres
2 20 Modelos didácticos para América Latina. INTERAMER Digital No. 72. OEA 2003
Ya hemos platicado acerca de nuestra responsabilidad de discipular, y además reproducirnos en personas específicas, que es una dirección que Dios le ha dado al ministerio de Amistad Kidz. Y al igual que en nuestras clases, donde seguimos lo que llamamos “el modelo judío de aprendizaje”1, al discipular debemos seguir el modelo dado por Dios; en este caso, siguiendo a nuestro Maestro, Jesucristo.
Jesús pasaba tiempo con sus discípulos; constantemente y por tres años recibieron su enseñanza, le vieron hacer milagros, hablar con la sabiduría de Dios, y dar ejemplo de un comportamiento santo que incluía la obediencia a la autoridad (cuando mandó a Pedro a pescar para pagar los tributos que leemos en Mt. 17: 24-27); convivían no sólo mientras Jesús ministraba, sino compartían tiempos de la vida diaria. En muchas ocasiones, tenían luego una “sesión privada” para explicarles a mayor detalle; un ejemplo está en la parábola del trigo y la cizaña (Mateo 13:24-43): los discípulos muestran dudas pero también la confianza para que, ya separados de la multitud, pudieran preguntarle al Maestro, que continuaba con ellos para enseñarlos, y asegurarse de que lo habían comprendido: “¿Habéis entendido todas estas cosas?” (Mt. 13:51ª). Después de un tiempo, cuando supo que estaban listos, los envió “de dos en dos” (Lucas 10).
Así es que podemos aprender del Maestro a ser buenos discipuladores: volver intencional lo que hacemos día a día en el ministerio, y mostrar la disposición de permanecer cerca para apoyar en lo necesario:
- Hay un tiempo entre la llegada de los discípulos y la hora en que pueden ir a ministrar ellos.
- Hablar de una actividad específica por vez, ponerle palabras a lo que hacemos, explicarlo a nuestros maestros o animadores, antes de que ellos puedan estar solos frente a los padres o niños.
- Permitir que observen cómo lo hacemos, y no darles otra responsabilidad en ese momento; para que lo hagan de manera intencional, les damos una lista de acciones a observar, para revisarla después con ellos (de esta manera no sólo están presentes mientras nosotros lo hacemos)
- Tener tiempo al final de la jornada para hablar sobre lo realizado y asegurarnos de que quedó todo entendido, a través de preguntas específicas como: ¿qué fue lo que hice cuando…… ¿para qué lo hice? ¿de qué otra forma podía haberlo hecho? De esta manera los ayudamos a entender, crecer, y ser creativos.
- Enviarlos. Planear juntos, darles información e instrucción específica, ensayar si es necesario y permitir que ellos lo realicen, pero no dejarlos solos. Es importante estar allí, para que, si sienten demasiada presión, estemos cerca para ayudarlos a continuar, y que siempre sientan esa sensación de ser capaces de hacerlo; igual que una buena madre cuando un bebé da sus primeros pasos, estamos cerca para “no dejarlos que caigan” para que “no agarren miedo”.
- En todo tiempo volver a mostrar cómo hacerlo si es necesario, despejar sus dudas, reconocer sus esfuerzos, agradecer su entrega.
En el mundo de la educación actual, hoy se habla acerca esto, y de la forma de abordar los llamados aprendizajes procedimentales; podemos citar como una de las bases teóricas posibles la “práctica especializada”2
Según este modelo, los autores (Flechsig, K. y Schiefelbein, E., 2003) describen una práctica supervisada, con un aprendizaje que parte de la presentación de un modelo; un ejemplo realizado por un experto. El discípulo tiene diferentes tareas a lo largo del proceso de aprendizaje: en un primer momento como observador, luego funciona como asistente y más tarde él mismo como experto; estas tareas las realiza bajo la supervisión del experto, proceso en el que se presenta un intercambio de roles. Primero quien aprende lo intenta con el apoyo del experto, quien progresivamente va retirando este apoyo conforme el alumno o discípulo va siendo más competente, hasta que el experto observa cómo realiza la actividad el que aprende. Es el mismo tipo de práctica que hace siglos demostró Jesús.
Siguiendo estas mismas reflexiones, y a propósito de buenas prácticas de buenas madres, quiero comparar el discipulado con el caso de una mujer que enseñó a sus hijas a “llevar una casa”; ella era en ese tiempo la Primera Dama de un municipio; las jóvenes no tenían necesidad de realizar las labores del hogar por ellas mismas, pues sus padres tenían las posibilidades económicas para tener más de una persona contratada para ayudar en la casa; sin embargo, cada semana las jóvenes tenían tareas asignadas para aprender a hacerlas bien; así una semana aprendían todo sobre la higiene y mantenimiento de un baño, luego de la alacena y las compras, la cocina, el jardín, etc. (Si no lo has notado, estoy tratando de utilizar parábolas, como el Maestro).
Nosotros pudiéramos también hacer lo mismo, de manera intencional, planeada; a los nuevos reclutas del ministerio, podemos enseñarles cada semana, acerca de una tarea específica de las muchas que realizamos cada domingo (desde la preparación física del área hasta la limpieza y guardado final de materiales), dándoles toda la información que necesitan, acompañándolos y apoyándolos en tanto puedan hacerlo de manera independiente. Al cabo de un tiempo, tendrían las bases de por qué hacemos cada cosa, para quién lo hacemos, y sabrían hacerlo bien.
“Reproducirnos”, como nos ha pedido Dios, es dar a luz hijos espirituales, buenos siervos, capacitados, sabedores que la gloria es de Dios, y que nuestra competencia proviene de Él; pero no tienen que ser nuestros clones, sino que nuestra tarea es preparar una plataforma para que a partir de ella nos superen, lo hagan mejor, vayan más lejos y más alto, según los planes de Dios para sus vidas.
Elvira Díaz
Directora de Amistad Kidz
1 El modelo judío. Cómo enseñarles a nuestros hijos acerca de Dios. En www.amistadkidz.org sección de artículos para padres
2 20 Modelos didácticos para América Latina. INTERAMER Digital No. 72. OEA 2003